jueves, 18 de junio de 2009

OLAYA

Retrocedí sin atreverme a dar la espalda a la alcantarilla, apretando la estaca con fuerza. Esperaba que, en cualquier momento, Isabel surgiera de las sombras a lanzarse sobre mi cuello. Llegué a mi portal, desde la callé comprobé que las luces de mi apartamento permanecían encendidas pero no me pareció buena idea subir: al fin y al cabo había invitado a una vampira, o lo que cojones fuera, a entrar en mi casa. Decidí buscar refugio:

- ¿Olaya, qué tal estás, guapa? Tengo un problema y no puedo volver por casa hasta que lo resuelva.

- Sin problema, puedes usar mi piso, tengo vuelos durante toda la semana.

Olaya era buena chica aunque estaba como un cencerro. Hace tiempo lo intentamos como pareja pero la historia no cuajó: sus expectativas eran tales que no podía sino decepcionarla. Olaya continuaba soltera, cosa extraña para una azafata de vuelo de metro ochenta y brillante melena negra. Agotaba su tiempo buscando el príncipe azul en cotos republicanos.

Timbré en su puerta y abrió sin preguntar. Un abrazo. Olaya vestía su uniforme que siempre le había sentado de maravilla.

- Has tenido suerte de encontrarme. Salgo esta noche para Praga y de ahí vuelo a Nueva York. Toma las llaves. Puedes usar mi cama, no me importa. ¿En qué lio te has metido ahora, Pardo?

- Digamos que una plaga de bichos malos ronda mi apartamento- Olaya me miró extrañada.

- Bueno, tú sabrás. Dame un beso que me voy al aeropuerto. Ya sabes dónde está todo.

Busqué cerveza en la nevera, entre las latas de té al limón y los envases de yogur que, al parecer, constituían la dieta básica de mi amiga. Me tiré en el sofá a meditar sobre los extraños acontecimientos de aquella noche. Hace unos días había tomado por majara a un chaval que me habló de vampiros y ahora que me las había visto con uno me sentía un poco avergonzado. De improviso, todo en mi vida giraba en torno a los vampiros. Desconfío de las casualidades, así que se imponía una visita al café donde trabajaba Iván.

Dormí intranquilo y con la luz encendida. El encuentro con Isabel me había vuelto precavido con la oscuridad. A la mañana siguiente, mientras preparaba café, puse la televisión. En el noticiario aparecían las imágenes de un levantamiento de cadáver. El cuerpo cubierto por una manta térmica y los policías, los del Samur y el juez alrededor del finado. Subí el volumen.

-… tendido en la acera de la calle Santa Engracia fue descubierto a altas horas de la madrugada por un vecino de la zona y presenta numerosos desgarros y otros signos de violencia. Fuentes policiales han identificado el cadáver como Olaya Maier, azafata de la compañía Iberia….