martes, 28 de julio de 2009

TANATORIO

Sonó mi teléfono móvil, interrumpiendo la reunión. Era Óscar, y ya sabía para qué.

- Pardo, la autopsia ha terminado. Tenemos vía libre en el depósito de cadáveres.

- Gracias, hombre. ¿A qué hora te viene bien?

- A las ocho termino el servicio.

- A las ocho; perfecto.– El resto me miró como si acabara de escupir la peor de las blasfemias.

Colgué el teléfono y el padre Esteban me dijo:

- Ahora que estás en esto deberías ser más cuidadoso con tus horarios. Te recomendamos que no te expongas innecesariamente cuando el sol se ha puesto.

- Yo evito hacerlo – terció Iván.- Y Carlos no sale jamás de casa durante la noche.

Atajo de cobardes.

- ¿Y así pretendéis plantar cara a los vampiros?

- Pardo, me temo que no tienes ni idea de a lo que nos enfrentamos.

- Me cargaré de estacas y cruces si es necesario, Iván, pero nadie me va a encerrar en casa como una ancianita asustada.

- ¿Eres hombre de fe?- me interrogó el cura.

- No tengo ni fe en mi mismo – contesté

- Ya me parecía. Entonces has saber que los crucifijos no te servirán de nada. Solo ayudan si su portador es hombre de fe.

- Digamos que algunos objetos funcionan como un amplificador de la fuerza interior- intentó explicar Iván. Puse cara como de que me enteraba de algo.

- El que me ha telefoneado era un amigo de mis días en la policía. A las ocho tengo una cita con el cadáver de Olaya Naier. ¿Alguno se apunta?

- Yo le acompañaré, Pardo – se animó el cura.- Pero no haga oídos sordos de nuestras advertencias.

Disolvimos la tenida y pasé el resto de la tarde charlando con el padre en una cafetería. Me estuvo contando que la relación de Carlos, el bibliotecario, con el Barón de Bouillón venía de largo. De los años cincuenta cuando era aprendiz de zapatero en un pueblito de Teruel. Carlos acabó con Adelle, la por entonces concubina del Barón. Desde aquel encuentro arrastra su cojera y al parecer Carlos y el Barón habían pasado media vida persiguiéndose mutuamente. El padre Esteban había sido formado en artes esotéricas por el Vaticano y se especializó en vampirismo cuando fue destinado para combatir un brote surgido en Hungria. De nuevo, se estaban agrupando para intentar el salto a Asia.

A la hora convenida, la sombra de Óscar dobló la esquina del edificio del Anatómico Forense. Tras hacer las presentaciones, pidió al padre Esteban que se sacara el alzacuellos.

- Disculpe, padre, no hay muchos sacerdotes en el cuerpo.

Entramos en el silencioso edificio y Óscar mostró sus credenciales al vigilante de turno. Atravesamos un pasillo. La limpidez del suelo reflejaba la tenue iluminación como pequeños charcos de luz. No había actividad alguna por allí. Entramos en las cámaras, Óscar echó un vistazo al registro y nos condujo hasta una colmena de nichos metálicos. Respiré hondo. Sabía a lo que me debía enfrentar: el cuerpo de Olaya, desnudo e inerte cubierto por una sábana, la nariz afilada por la muerte y la piel gris claro. Imploré para que hubieran cerrado sus ojos marrones. Óscar tiró del asidero y deslizó la camilla metálica. El sonido metálico de los raíles retumbó por toda la estancia y ante nuestros ojos surgió una camilla vacía.

miércoles, 15 de julio de 2009

LOGIA

No sé porqué había supuesto que las reuniones de la Causa del Eterno Amanecer se llevaban a cabo mediante un ritual arcano en un lugar recóndito. Pero no.

Accedí a acompañar a Iván a su logia. Conduje desde la Universidad hasta el barrio de Argüelles, entramos en un edificio antiguo donde la temperatura descendió notablemente. Subimos por la escalera de madera hasta el primero y un hombre salió a recibirnos. Era el bibliotecario cojo que me había conseguido el libro de Carmille días atrás. Jodidos conspiradores.

- Ya os conocéis. Pardo, este es Carlos – estreché su mano sin demasiado entusiasmo y entramos en lo que resultó la vivienda del tipo.

La profusión de libros y objetos extraños provocaba la sensación de que uno se encontrara en un bazar. Había que atravesar el pasillo prácticamente de lado temiendo quedar sepultado por un alud de letra impresa. Llegamos a un salón muy luminoso donde una mesa camilla hacia las veces de salón juntas. Sentado frente a ella un sacerdote de aspecto avejentado me clavó la mirada. Tendría unos sesenta años y el rostro curtido por la severidad.

- Padre Esteban le presento a Pardo. Ya estamos todos.

Dos ancianos y un chaval, desde luego no eran el dream team de los cazavampiros.

Nos acomodamos en torno a la mesa sobre la que reposaba un antiguo ejemplar del Tratado sobre la aparición de vampiros y revivientes, firmado por el padre Augustin Calmet. Una de las obras capitales en lo que se refiere a lucha contra el mal, me explicaron a la par que Carlos, el bibliotecario, prometió conseguirme un ejemplar.

- Así que, Pardo, has tenido constancia de su existencia- comenzó Carlos.

- Una constancia bastante peligrosa.

- Al parecer el Barón de Bouillón pretende incrementar sus huestes. No entendemos con qué propósitos.

- Verás, Pardo- terció Iván- el vampiro es un animal egoísta. No se reproduce como objeto vital. Una vez escoge un habitat prefiere mantener el equilibrio y solo convierte a nuevos vampiros si se encuentra amenazado o salvo que encuentre un ejemplar excepcional de humano. Desconocemos si la tal Isabel que te atacó es un ejemplar reciente o antiguo que ha sido convocado por el Barón.

- También podría haber emigrado porque le gusta el clima en esta época del año – afirmé. Al cura no le sentó bien la broma.

- Difícilmente un vampiro usurpa el territorio de otro sin necesidad y ahora mismo hay lugares suficientes como para no alimentarse en el mismo plato. El aumento de actividad vampírica es indicio de algo muy serio. Hemos de ponernos en marcha.- El padre Esteban me lanzó una de sus mirada.

- ¿Hemos? ¿Cuando he entrado yo a formar parte de esta timba?

- Desde el momento en que asesinaron a tu amiga Olaya.

jueves, 2 de julio de 2009

CRUZADAS

- El verdadero poder del diablo es que nadie cree en su existencia –comenzó a explicarme Iván una vez me había calmado.- Es por ello que necesitábamos implicarte en el asunto.

-¿Podíais haberme consultado, joder? Hay una chica muerta y yo no lo estoy de milagro.

- Pardo, lo sentimos de verás pero muchos otros inocentes se encuentran en peligro. Lo cierto es que no esperábamos que te localizaran tan pronto, ni sabíamos de la presencia de una vampira en la ciudad. Estábamos controlando al Barón de Bouillón, uno de los más antiguos vampiros, que lleva meses alimentándose en la ciudad y al que pretendemos dar caza. Para ello pensamos en tu ayuda pero no sabíamos cómo convencerte. Si hubiéramos acudido a contratarte nos habrías tomado por locos…

En esto no les faltaba razón, Iván continuó su explicación.

- Se trata de una guerra milenaria, Pardo. Ellos nos vigilan y nosotros a ellos. Se nos ocurrió que si te localizaban tratando con alguno de nosotros y leyendo sobre el tema en seguida se presentarían como han hecho en otros casos. Esperábamos que fuese el Barón y no uno de sus secuaces. Ahora tendremos que investigar la genealogía de la tal Isabel.

- ¿Así que sois una especie de sociedad secreta?

- En realidad, la Causa del Amanecer Eterno se trata una escisión de la Golden Dawn, la orden hermética del siglo XIX que, a su vez recogía conocimientos de los Rosacruces. El patán de Aleister Crowley forzó su disolución cuando en uno de sus alardes de ego comenzó a publicar los Secretos y a banalizar sobre el Bien y el Mal. Algunos de sus miembros se vieron en el deber de poner a salvo informaciones capitales en la lucha contra el Mal y de ahí surgen varias Órdenes y Escuelas, cada una centrada en sus Secretos. La nuestra intenta luchar contra el vampirismo aunque no estamos en nuestro mejor momento. Las grandes guerras son terreno abonado para que los chupasangres campen a sus anchas sin levantar sospecha. De hecho, se conocen los manejos de vampiros con el fin de propiciar el estallido de la Segunda Guerra Mundial y culminar su expansión hacía la URRS y de ahí dar el salto hacía Asia. Afortunadamente no lo lograron.

- ¿Por qué ese interés por Asia?

- El gran combate de la noche y el día. Ellos anhelan ser invulnerables a la luz solar, nosotros lograr el Amanecer Eterno que los confine para siempre en sus ataúdes. En Asia se encuentran algunas de las fuentes más poderosas del esoterismo. Pero, tal como están las cosas, lo único que ahora podemos hacer es apagar fuegos como el Barón de Bouillón, evitando más muertes.

- ¿Y qué os hace pensar que puedo ayudaros?

- No voy a mentirte, Pardo. Nuestra célula de la Causa no es muy poderosa mientras que el Barón sí lo es: su conversión se remonta a los tiempos de la Primera Cruzada. Necesitamos refuerzos para tener alguna oportunidad contra el diablo.

- ¿ Iván, y tú qué pintas en todo esto?

- Yo me vi implicado cuando la desaparición de mi novia. Creí volverme loco, por eso pedí a mis padres que me sacarán de Bilbao. Pero aún habré de regresar a ocuparme del tema: he leído demasiadas noticias en los periódicos que demuestran que no alucinaba cuando veía a Susana flotando y llamando a mi ventana por las noches.