martes, 12 de mayo de 2009

LA MANCHA

Una mancha parduzca tiñe la acera desde hace días. La huelga de los servicios de limpieza del Ayuntamiento ha evitado su desaparición. Parece pintura marrón o un manchón de mierda, pero no es ni lo uno ni lo otro: es sangre; la mía, en concreto. Arrojarse desde la ventana de un tercer piso es lo que tiene: te haces daño. Pero fue la única opción para salvar mi vida. Un chucho se acerca, husmea y lame la acera. Siento deseos de patearle el trasero.

Voy camino de la consulta del traumatólogo. Durante el día las ventanas del tercer piso están clausuradas. Sé que debo volver a subir y que cuánto más tarde, más gente puede sufrir. Pero no puedo hacerlo hasta que el médico me de el alta y me quite este maldito cabestrillo. Sería suicida; no tendría la menor oportunidad. Es lo que tiene vérselas contra un vampiro.